del silencio
trato de huir
del sopor amargo
de las palabras.
Procuro borrar tanta miseria
del ánima rencorosa
de los recuerdos perdidos.
No consigo secarme
las lágrimas
de las tardes muertas.
Los juegos tocaron
el final inesperado
y, sobre la alacena
de los seres añorados,
descansaba entre sofocos
Infantiles
la mirada traviesa
de los remordimientos.
El tiempo pasaba
frenético
y las hojas de los
viejos calendarios
se mordían los amoratados
labios del sufrimiento.
Tienes bellísimas metáforas en este poema, Jose Gerardo. Me alegra mucho su publicación en Netwriters. Un saludo.
ResponderEliminarHay veces que la vida pide prestadas manos para escribir.. y traza bellos textos como el tuyo, José. Versos escritos desde la nostalgia y la tristeza pero que recupera lo que creímos perdido.
ResponderEliminarNada se pierde, se transforma...y algunas veces lo hace en palabras.
Muy bonito, José, gracias por compartirlo.
Un abrazo.