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sábado, 9 de julio de 2011

— POESÍA Y VIDA — POR AMADOR MUÑOZ



Cuando un poema no nos hace vivir,
no contiene o no nos sugiere vida,
ya no es poesía,
es otra cosa, cualquier cosa,
pero no es poesía.
Un poema debe nacer de la vida y dirigirse a la vida
y transitar sus caminitos y veredas,
navegar por sus mares y sus ríos,
los de la vida, incluso los de la puta vida.
Un poema debe parirse a corazón abierto
y leerse como quien abraza a un recién nacido,
el pequeño instante en que lo tenemos adoptado
entre nuestros temblorosos brazos.
Porque un poema tiende a escaparse de las manos,
incluso cuando creemos ser sus autores,
y no somos, pobre de mí, y de ustedes,
y de todos nosotros y nosotras,
sino el primero o la primera,
uno de tantos personajes con los que se irá encontrando,
en suma, a lo largo de su propia vida.
¡Como lo son las canciones!
Un poema no es o no debería ser en ningún caso
la gris radiografía de la emoción y el sentimiento,
ni puede ser mirado al frío microscopio.
Un poema no es o no debería ser en ningún caso
el epitafio de una pasión ya moribunda,
ni la triste esquela de un amor que se nos muere.
Un poema es o debería ser más bien la fotografía cogida a vuelapluma,
el flash cegador de un instante de vida, de pasión, de amor,
cargadito de una luz tan brillante como efímera;
esa que envolvemos entre métricas y rimas,
vestidita para la ocasión de alma emocionada,
para luego tirarla como botella al mar al encuentro de otras almas...
¡Quién sabe si igualmente emocionadas..., si por suerte,
igualmente de vida iluminadas!
Un poema no es o no debería ser en ningún caso
el encefalograma plano de un viejo sueño,
ni la muerte neuronal o sináptica de una ilusión pasada,
ni el disparatado sístole y diástole de un tórrido recuerdo
que nos roba la vida con cada latido.
Un poema no es o no debería ser en ningún caso
una forma de justificar la vida, y resignarse,
sino una forma sublime de dignificarla a cada renglón,
a cada palabra, a cada letra, a cada paso,
de salir a su encuentro párrafo a párrafo,
acento tras acento, nota tras nota.
En la espera esperanzada de saber a ciencia cierta
que en algún momento encontraremos
una botella tirada en la playa
con un nuevo mensaje dentro.
En la esperanzada espera de saber a ciencia cierta
que en algún lugar encontraremos
el abrazo del amigo nuevo
y los nuevos besos del amante, de la amada...
¡Quién sabe si igualmente emocionados...
si por suerte, igualmente de vida iluminados!

©Amador Muñoz
Cádiz
Marzo de 2011





1 comentario:

  1. Poderoso manifiesto poético en donde el autor expresa lo que es poesía auténtica y su relación y compromiso con la vida. Entreteje pasajes tiernos y emotivos con expresiones actuales desgarradas. Es una radiografía de lo que no es, o no debería ser, un poema. Al tiempo que nos da que meditar, nos ofrece pasión y emoción a raudales. Enhorabuena, Amador.

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El autor de este texto agradece sus palabras.