Un déficit en el brillo de tus ojos
da, como resultado inapelable,
una deuda de tales dimensiones
que no hay país ni cuerpo que resista
sin sufrir los efectos negativos
de la especulación más despiadada.
Por el contrario, si al mirar reluces
la balanza de aquellos que te quieren
arroja casi siempre un superávit
para invertir sin daños ni temores
en sanidad , colegios y trabajo.
El crecimiento es sostenido y firme
como una luna cuando el sol se deja.
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