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jueves, 9 de junio de 2011

— EL CANTO OLVIDADO — POR RAFAEL CRIADO GARCÍA "UTÓPICO"



Arrastras el hastío de los días permanecidos en el hospital. Días de soledad pasados en la indiferencia que pervertía la habitación donde cada pocas jornadas la muerte o la salud te arrebataba el compañero de cuarto para sustituirlo por otro, de semblante tan demacrado como el tuyo, marcado por la enfermedad mostrada en inequívocos signos de afección.

Ahora vagas por las calles invadidas de rostros anónimos, de aires altivos, de miradas desatentas, donde se dibujan irreverentes y mezquinas muecas de displicencia o jactancia. Peregrinas entre el gentío, empujado por la impaciente necesidad de enfrentrate nuevamente a las añoradas ovaciones de quienes mostraban el agradecimiento a lo transmitido por tu canto en sostenidas aclamaciones, en las voces que vitoreaban para exteriorizar los delirios gozados por el sonido que tu voz flamenca propagaba. Minutos de aplausos arrancados a manos satisfechas; minutos de olés que emergen de voces vanidosas por haber saboreado el privilegio de tu canto, del estremecimiento que tu voz ha fustigado en sus corazones. Y esas loas se convertían en exaltaciones venidas directamente del cielo, tocadas de graciosa divinidad, para contentar tu alma, para llenarla de satifecha alegría. ¡Cuánto ansías que reverdezcan esos recordados tiempos, que renazcan las aletargadas glorificaciones de tu celebridad, diluidas en el inexorable paso del tiempo, ocultas entre la sórdida maleza del olvido!

Hoy será tu día de gloria. Pronto estarás entre quienes te tienen presente en sus recuerdos, entristecidos ante tu larga ausencia. Pronto se llenarán tus oídos de voces, que clamarán tan deseado regreso, ávidas de los sentimientos legados por tu canto. No importa la rémora de tu aspecto desarreglado, la barba crecida de varios días sin conocer afeitado, del atuendo falto de planchado, del hambre al que se habitúa con dificultad tu estómago, de las noches dificultosamente dormidas, llenas de desvelos convocados por inquietudes y ansiedades, por la dureza del suelo, por la ingratitud de la intemperie.

Al fin se extiende nuevamente ante ti ese público tan inmortalizado en tus sueños. Y ahora habrás de hacerlo tu solo. Ningún maestro te acompaña, ningún guitarrista rasgará las cuerdas de su guitarra para arrancarles a su alma melodiosas notas que engrandezcan tu voz desgarrando melancólicos pesares a quienes desde sus mesas murmuran, tan involucrados en sus conversaciones que apenas se han percatado de su presencia. Atenazado por los nervios de la primera vez, aflora en tu recuerdo con nitidez tu estreno en un escenario, mientras el murmullo persiste. Cantas. No se acalla el cuchicheo. Subes la voz. Se obstina el rumor. Cantas, cantas, cantas. Crece el murmullo generalizado, tal vez mostrando un malestar, como el atisbo de un reproche de desconocida procedencia. ¡Venga, ya está bien! ¿Es que no hay más terrazas donde dar la lata? te espeta el camarero mientras sirve una mesa cercana. Sus ocupantes, una pareja jóven, miran con ojos cargados de desdén tu suplicante mano que aguarda tremola la moneda que se hará esperar eternamente. Esta noche, una más, tampoco cenarás.



6 comentarios:

  1. Enhorabuena, Utópico..!! es genial¡¡besos.

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  2. Conmovedor texto, Rafael, duro es caminar tras un sueño, pero cuando lo has conseguido y de repente, por las circunstancias que sean, te ves relegado, apartado, desterrado...¿Qué queda?

    Me ha gustado mucho, un abrazo.

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  3. Gracias a las dos por dedicar vuestro tiempo en estas lecturas. Un beso.

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  4. Impresionante relato...y gran reflexión, tan bien llevada, tan bien escrita...Siempre he creído que la Literatura no puede ser ajena a los contenidos. Que es una vía de conocimiento, pero también un modo de poner la realidad ante nuestros ojos y no pasar por encima de la vida como si no fuera con nosotros. El escritor es un testigo de la existencia y nuestra herramienta es el lenguaje. Ese lenguaje nos sirve para pensar...y también para comunicar. Amo un ensayo, una novela, un relato...cuando dice algo, cuando mueve algo dentro de nosotros. Y lo hace con belleza y precisión. Como el tuyo, Rafael. Siempre tan Utópico, siempre tan tú. Pero que gusto da que existan escritores de este nivel literario y de conciencia.

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  5. Gracias, Emilio y Enrique, por dedicar parte de vuestro valioso tiempo a tan modesta aportación "literaria".

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El autor de este texto agradece sus palabras.