A lo lejos, un tren que llega o se va, intenta despertarme y me baja de mi nube... Hay sueños de los que no quisiera despertar. Mis parpados pesan demasiado, cansados, parecen pegados a mí. En esta habitación casi a oscuras, solo un débil halo irrespetuoso de luz penetra por la persiana (baja) y anuncia la llegada de un nuevo día. Las cortinas, inmóviles.
En todo el lugar, ausencia de colores.
Gris.
Olores.
Muebles que ya son mi cuerpo. Almohadas y sabanas, que son mi alimento...
Jamás quisiera despertar de algunos sueños.
Un agujero en mi cama me sirve de refugio para escapar, no quiero levantarme, no quiero volverme a parar.
Mi boca, entre noqueada y anestesiada.
Mi cuerpo, de a poco comienza a responder, al son de una radio AM que susurra noticias con un tono familiar.
Un reloj a lo lejos, resuena como bombas sobre Irak...
TIC-
TAC.
TIC-
TAC.
Podría perderme en estas sabanas hasta el final... podría inventar una danza de movimientos para no levantarme jamás.
Las risas y los gritos de los niños camino a la escuela hacen mis oídos zumbar.
Aquí cada despertar es igual, cada día comienza así, y todo, todo parece tan lejano que de algunos sueños simplemente no me quiero despertar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
El autor de este texto agradece sus palabras.